Vigorexia

Érase una vez un asesino en serie. Él siempre había querido serlo, pero lo cierto es que había tardado mucho en encontrar un buen momento para dedicarse a ello.

Como era nuevo en eso de matar, pidió consejo a un amigo suyo aficionado a las novelas policíacas que decía saber mucho sobre crímenes perfectos. Él le recomendó empezar por algo sencillo y escoger una víctima cerca de casa, ya que los cuerpos eran bastante pesados y el aspirante a asesino no era muy atlético.

El novato vivía cerca de un sendero muy transitado por jóvenes ciclistas, así que decidió que sería buena idea secuestrar alguno. Iba a pasear por el sendero todos los días, pero aunque corría con todas sus fuerzas detrás de los ciclistas, éstos siempre le dejaban atrás con facilidad.

–Los llaman "adictos al deporte" –le explicó su amigo–. Ahora están muy de moda. Lo que tienes que hacer es ponerte en forma. Así podrás atraparlos.

El futuro homicida no entendía por qué a la gente le gustaba aquella tortura ¡Lo del deporte era una soberana tontería! Levantarse temprano, agotarse, sudar, dejar de comer tantos platos deliciosos... Pero como porque ya tenía muchas ganas de matar a su primera víctima, decidió seguir de nuevo el consejo de su amigo. Empezó a entrenar duro todos los días y a seguir una dieta rica en proteínas.

Muchos meses después, tras seguir una estricta rutina, ya se había convertido en un excelente corredor. Una mañana, muy temprano, encontró una presa fácil: un joven que pedaleaba despacio, despreocupado, en un tramo sin testigos. Entonces el asesino se acercó a él por detrás y aceleró sigilosamente; ya casi rozaba la bicicleta cuando, como una ráfaga....

... la adelantó.

Podría haberle atrapado fácilmente pero... ¡Entonces habría estropeado su marca!

Comentarios

  1. ¿Por favor, como puedo conseguir todo este relato entero?

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