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Mostrando entradas de enero, 2015

Craco

Feliz año nuevo. Era una de esas noches de rasca en las que el frío se te pega a los huesos y no te abandona, pero eso no evitó que todo el pueblo se reuniese en la plaza para celebrar conjuntamente el nuevo año. Los jóvenes habían repartido hogueras por los alrededores, donde se arremolinaban los niños y ancianos para calentarse. Recuerdo a mi abuela, sentada en su butaca y bien envuelta en su chal, con las piernas tapadas por una colcha que compartía con sus amigas. Las ancianas reían y charlaban, algunas cosían y la mayoría bebían, como el resto del pueblo. Mi madre y mi tío bailaban juntos en medio de la plaza, mientras los vecinos les aplaudían y animaban en corrillo a la pareja de hermanos. Era bonito ver a mi madre divertirse así, como ya no solía hacerlo desde la muerte de mi padre. Además, eran los mejores bailarines del pueblo; al ser mellizos, tenían la misma edad, y para más inri la misma altura y un aspecto muy similar. Los faldones de mi madre se balanceaban con