Miénteme

A punto de perder los estribos, chilló para hacerse oír por encima de la tormenta:

—¿Y qué quieres que te diga? ¿Eh? —Confesó— ¿Que es verdad? ¿Que he sido un estúpido? ¿Que no debería haberlo hecho?

—No —respondió, con un hilo de voz, poniendo fin a la estridente escena—. Miénteme y dime que me quieres.

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