Suerte

—¿Suerte? Espera, espera, espera —señaló el gigantesco edificio, presa del pánico—… Te estás enfrentando al mundo entero. ¡Tu enemigo es el jodido MUNDO! Tienen armas, tienen estrategas brillantes, tienen una fortuna… ¿Y tú no tienes ni siquiera un plan? Pretendes salir de esta… ¿¡Con suerte!? ¡No puedes ganar solo con suerte!

Sin perder la calma ni por un segundo, resopló y sentenció, con voz suave aunque ligeramente desafiante:

—«Puedes ser el hombre más fuerte del mundo. Pues ser hábil y valiente. Puedes hacer trampas. Puedes conocer todos los secretos de este aciago mundo y ser casi invencible. Pero ningún poder tiene nada que hacer contra la suerte.»

Reflexionó. Pensó en todas aquellas ocasiones que había visto cómo escapaba de las frías garras de la muerte sin hacer absolutamente nada. De forma casi divina. Recordó cuántas veces el Azar había intercedido a su favor para despejar milagrosamente su camino. Cuántas veces murmuró que la suerte es aterradora.

—No importa lo fuerte que sea mi oponente —continuó—mientras la suerte siga de mi lado.

Comentarios